Rostros Conscientes:El bien-estar en el que-hacer desde la enseñanza del maquilllaje

En medio de un panorama educativo cada vez más exigente, surge un proyecto que va más allá de lo estético y académico para adentrarse en el territorio más íntimo del ser humano: sus emociones. Esta iniciativa nació como respuesta a una preocupación real y profunda por la situación emocional y afectiva que viven los estudiantes, en especial quienes se forman en el programa de Maquillaje Artístico en LCI Bogotá. El objetivo principal de esta propuesta es ofrecer a los estudiantes herramientas lúdicas, espirituales y de meditación que les permitan enfrentar los retos personales y académicos que atraviesan en su día a día. Lo innovador radica en que estas prácticas se integraron en las clases habituales de maquillaje, con el fin de evaluar su efectividad en la gestión emocional de los participantes.
La investigación toma como base la doctrina ancestral del estoicismo, que promueve la virtud a través del control de las emociones. Desde esta mirada, se implementaron estrategias centradas en la meditación, la respiración consciente y los movimientos corporales, con el propósito de reconectar a los estudiantes con su propio cuerpo y espíritu. Este anclaje consciente les permitió acceder a espacios de reflexión personal, donde se reconocieron emociones y situaciones complejas que antes permanecían ocultas.
En el contexto actual, el arte ha trascendido los límites tradicionales. Manifestaciones como el videoarte, el mapping o el arte efímero han irrumpido en la escena cultural, transformando los modos de crear y comunicar. El maquillaje, que por años se asoció únicamente con lo estético y social, ahora se posiciona como un lenguaje artístico con discursos alternativos. Este arte visual propone nuevos repertorios narrativos que dialogan con realidades contemporáneas y permiten al espectador experimentar emociones profundas. Así, el maquillaje se convierte en un medio que combina simbología, técnica y color, dando vida a universos visuales capaces de generar conexiones significativas.
Cada obra presentada en esta exposición es mucho más que una propuesta estética: es el reflejo de un proceso académico y espiritual en el que las estudiantes participaron activamente. Talleres dinámicos, cargados de empatía, solidaridad y apertura, fueron el escenario donde se gestaron estas creaciones. A través de sus pinceles, las artistas plasmaron su visión del contexto emocional que habitan cotidianamente, buscando que el espectador conecte, interprete y sienta. Como en cualquier otra manifestación artística, el maquillaje aquí se convierte en puente: un canal para expresar y reflexionar sobre la salud mental, la sensibilidad y la resiliencia. Este proyecto nos recuerda que el arte no solo embellece, sino que también sana, acompaña y transforma.