Gestores de Industrias Creativas: Las navajas suizas del siglo XXI

Para empezar, y aunque parezca extraño, el concepto de Industrias Creativas es relativamente nuevo. A mediados del siglo XX Adorno & Horkheimer (1944) desarrollan el concepto de Industria Cultural, pero no es hasta finales del siglo —concretamente hacia mediados de la década de los noventa— cuando su uso se popularizó, especialmente para referirse a los sectores que generan valor económico a partir de las habilidades y talentos derivados de la creatividad. Esto se concreta en el desarrollo y explotación de propiedad intelectual y derechos de autor. En otras palabras, era necesario “catalogar” de alguna forma a industrias como el arte, la música, la moda, la televisión, el cine, etc., y a los servicios derivados y necesarios para que estas existan, con el fin de entender cómo aportan a la economía de los países y del mundo. A esa economía se le conoce hoy en día como Economía Creativa, y genera más de 1,4 trillones de dólares al año a nivel mundial (UNTACD, 2024).
Así, si se compara con otros conceptos macroeconómicos, el de Industrias Creativas no llega a medio siglo de vida. Por lo tanto, no es de extrañar que el concepto de Gestor de Industrias Creativas sea mucho más joven aún. No porque no hayan existido gestores culturales y creativos a lo largo de la historia, sino porque era algo que no se estudiaba. Era, y sigue siendo hasta hoy, el resultado de prácticas empíricas, de procesos lógicos, de personas que han soñado y han encontrado la forma, a veces por accidente, de ser managers de artistas, productores de cine, teatro o televisión; directores de festivales de música, pasarelas de moda, parques temáticos o estudios de videojuegos; o dueños de eventos geek, empresas de gamificación o diseño de experiencias, entre otros cientos de trabajos que hacen los gestores en el mundo. Es solo en la actualidad que esa “gestión” (management, en inglés) encuentra, por fin, en programas como Gestión de Industrias Creativas (GIC) en LCI Bogotá, un espacio de formación académica tecnológica de la más alta calidad, la oportunidad de formalizarse dentro de una economía creativa en pleno crecimiento.
Además, la proliferación en el uso de la IA en trabajos creativos, la monetización digital a través de microtransacciones y criptomonedas, la explotación de relaciones parasociales entre artistas y fans (a propósito, María José Báez, estudiante de GIC, desarrolla actualmente su proyecto de grado Párchate sobre este tema en la industria de la música), el consumo masivo en redes y el constante y rápido cambio generan retos muy importantes que demandan gente preparada para enfrentarlos. Las industrias creativas están en permanente crecimiento y evolución, la llegada de fenómenos culturales como el K-Pop, Taylor Swift o de juguetes coleccionables como los Labubus, han generado un impacto social y económico gigante a nivel mundial, y es interesante estudiar cómo, al mismo tiempo estos fenómenos de consumo masivo conviven con otros igualmente grandes como lo son la preocupación por la sostenibilidad, la inclusión y la diversidad, pero que se encuentran con la polarización de una sociedad cada vez más fragmentada repleta de individuos aislados en sus teléfonos pero hiperconectados con el “mundo”.
Por eso no sorprende la creciente demanda de personas que tengan las habilidades y talentos necesarios para gestionar proyectos, eventos y marcas en estas industrias. Desde la dirección del stage de un festival de música hasta la creación de emprendimientos que surgen como respuesta a las problemáticas actuales, es el gestor de industrias creativas quien es capaz de entender el contexto, detectar problemáticas y oportunidades, reconocer talento creativo, crear propuestas de valor y acompañar la ejecución y la experiencia de usuario/cliente. ¿En qué campos? ¡Buena pregunta! En tantos como industrias creativas existen y aún más. En mi caso, he trabajado mucho tiempo en gamificación (otro término difícil y largo de explicar), que aplica principios de los juegos —una industria creativa muy importante— a empresas y procesos que no pertenecen directamente a las industrias creativas, como la banca, el sector fintech, el marketing, la educación, los recursos humanos o la medicina, entre otros. A este fenómeno, donde a través de la creatividad se hacen intercambios o préstamos entre las industrias creativas y el resto de sectores, algunos lo suelen llamar Cross Innovation o Innovación cruzada (Cross Innovation Hub, s. f.), y es una de las características más importantes de nuestro programa en LCI.
Así, los gestores de industrias creativas se convierten en personas con una caja de herramientas amplia y versátil para enfrentar los retos del siglo XXI donde quiera que se instalen. Su experiencia puede concentrarse en un solo campo, pero ciertamente sus habilidades les permitirán desenvolverse en el ámbito que el futuro les depare. Por estas razones, este perfil, sin duda, es y será uno de los más buscados y valorados en nuestra actualidad, abriendo caminos allí donde el futuro aún está por escribirse.
Escrito por:
Lina M. Parra
Docente Gestión de Industrias Creativas LCI – Bogotá